Siempre se ha comentado que uno de los aspectos más difíciles para el management es la gestión de equipos de trabajo, hasta el punto de que si la misma no es la adecuada, se corre el riesgo no ya solo de no conseguir los objetivos de la empresa o departamento en cuestión, sino que es el principal detonante para que las y los trabajadores abandonen la empresa.

“Muchas personas cambian de empresa por sus malas/os jefas/es”

Desde nuestro punto de vista, en empleorecursos.es entendemos la comunicación como la herramienta esencial para poder coordinar cualquier equipo de trabajo, ya que a partir de la misma, se podrá ayudar a cada colaborador/a que lo necesite, mostrándose como modelo ante el equipo, llevar a cabo las tareas de supervisión y control, así como corregir o reconocer el trabajo bien hecho, en caso necesario.

Sin embargo, existe controversia acerca de si el o la coordinadora de un equipo debe ser o no amiga de sus colaboradoras/es. Dentro de este contexto, es indudable que se tiene más afinidad por unas personas que por otras, pero no por ello se debe perder la objetividad tanto para los aspectos positivos como los negativos. Además, es necesario marcar distancias con el equipo en cuanto a la dinámica de compañerismo o amistad que deber surgir dentro de él.

“El o la coordinadora dejará su espacio a las personas del equipo”

Relacionado con la comunicación, el o la gerente del equipo deber hacer frente a los problemas cuando se presentan, sobre todo si es entre personas, ignorarlos únicamente sirve para agravarlos y crear malestar en el equipo. Alargar las situaciones conflictivas afecta a la dinámica grupal, así como a la salud emocional de las y los colaboradores.

Dentro de este contexto, es necesario partir de la idea de que las conductas de las personas no cambian por el hecho de desear que lo hagan. Así, si es necesario modificar el comportamiento o la forma de hacer las cosas de una persona en concreto o del grupo en general, el o la coordinadora tendrá que mostrar los resultados y la utilidad del cambio a realizar.

“Cada miembro del equipo debe asumir su cuota de responsabilidad”

En ocasiones, en el contexto laboral nos encontramos con personas que no asumen la responsabilidad de las acciones o conductas que realizan, por lo que siempre están poniendo excusas sobre sus actos. Por ello, el o la gerente del equipo tiene que enseñar a las todas las personas que lo componen, esto es, a dejar de la lado las típicas frases “no es mi culpa” o “no es mi responsabilidad”.

En resumen, dirigir equipos de trabajo es una de las tareas más importantes y que a la vez consume más “energía” en las y los profesionales, por ello, la persona coordinadora debe tener en cuenta una serie de aspectos fundamentales, como son:

  • Actitud positiva y de crecimiento. Hay que dejar de lado los problemas y centrarse en los aspectos positivos. Liderar con optimismo y energía generará sinergias similares que se verán refrendadas en la actitud y compromiso de los miembros del equipo.
  • El reconocimiento como herramienta de equipad y progreso. No es necesario caer en la adulación, pero sí destacar el trabajo bien hecho.
  • Firmeza cuando sea preciso. Sin llegar a ser agresiva/o, dirigir al equipo para conseguir los objetivos propuestos.
  • “Bajar al barro” en caso necesario, para servir como ejemplo e indicar las pautas a seguir.
  • Comunicación. Ya destacábamos esta competencia el principio del post pero queremos recalcar su importancia como elemento de unión, asegurándonos de que se ha percibido de manera correcta el mensaje que se quiere transmitir.

En resumen, la labor de coordinación conlleva una de las tareas más difíciles del mundo, que no es otra que “gestionar” personas, las cuales, somos totalmente distintas. Por ello, es necesario que quién lidere fije las reglas que determinen la forma de actuación y que a su vez propicie un ambiente de cooperación y colaboración.


Una de las premisas para el éxito de toda empresa es contar con personas comprometidas con el proyecto, siendo  los efectos de la rotación laboral o pérdida de talento tanto desde el punto de vista de la empresa en general, como desde recursos humanos en particular, un gran problema, sobre todo si esa persona que decide dejar la organización, tenía una elevada productividad.

“El coste medio de sustituir a una persona se estima que está en el 33% de su salario”

En empleorecursos.es  somos conscientes de la gran variedad de motivos o circunstancias a tener en cuenta por las empresas para evitar que las personas la abandonen. Así, con el presente post queremos hacer una recopilación de las mismas con objeto de poner en práctica acciones o medidas que las eviten, ya que se estima que de media, la salida de una persona de la empresa supone una pérdida del 33% del salario anual de la misma (estudio realizado por la consultora norteamericana Employee Benefits News).

Esta cantidad, claro está, no irá a parar a la persona que deja la empresa, sino que se refiere al coste que supone (tanto en tiempo como dinero) el proceso de captación, selección, acogida y formación de la persona sustituta. Es común que en muchas ocasiones que el motivo del porqué la persona deja la empresa es porque no se le ha aumentado el salario, por lo que desde el punto de vista de la gestión del talento, quizás habría que tener en cuenta que si se le aumenta como máximo ese porcentaje, la empresa “invertirá” en una persona reconocida y motivada.

“Muchas personas no abandonan su empresa, si no a sus jefas/es”

Otro de los indicadores que determinan que las personas abandonen su empresa está relacionado con la capacidad y estilo de liderazgo. Según el Informe de Retención de Empleados de TINYpulse, el 40% de las y los trabajadores que estiman que sus superioras/es no tienen un alto nivel de desempeño han tenido en los últimos meses una entrevista de trabajo para otra empresa, frente al 10% de quiénes valoran de manera positiva la gestión de sus coordinadoras/es.

Ya comentábamos en empleorecursos.es la importancia que tiene el reconocimiento del trabajo bien hecho, situación que ante su ausencia, fomenta que estas y estos profesionales se planteen cambiar de empresa. Siguiendo con el mencionado estudio de TINYpulse, el 21.5% de las personas que no se sienten reconocidas en su labor profesional, piensan irse de su empresa.

“Es necesario establecer canales que permitan la comunicación de las y los trabajadores”

Una cuestión muchas veces no tenida en cuenta es la necesidad que sienten las y los profesionales de poder dar feedback sobre su situación en la empresa, esto es, que no solo se les escuche, sino que además, se les atienda en sus demandas. Por ello, poner en marcha un plan de comunicación claro es fundamental, así como un programa de Perfomance Management 360 o sesiones de One to One.

No podemos olvidar dentro de este contexto los comienzos de la persona en la empresa, donde las acciones de Onboarding con medidas de que garanticen el Welcome Pack permitirá reducir la incertidumbre de los primeros días, así como tener claro qué se espera de la persona en su puesto de trabajo.

Poner en marcha mecanismos que mejoren la Employeer Experience garantizará la fidelización de las y los trabajadores, conociendo sus necesidades y apostando por su bienestar laboral. Para ello, acompañar en su progreso profesional, ofreciendo oportunidades de desarrollo en un entorno estimulante favorece la integración e identificación con los valores de la organización. Junto a lo anterior, es importante que se acompañe del establecimiento de una cultura de empática y confianza por medio de la colaboración entre todas/os. Muestra de ello son las conclusiones que se extraen del Informe de Aprendizaje de la Fuerza Laboral 2021 de LinkedIn, donde el 93% de las y los empleados permanecerían en una empresa más tiempo si invirtiera en sus carreras

Atender las necesidades de las y los colaboradores conlleva establecer medidas de flexibilidad y conciliación de la vida familiar-laboral, así como el acceso a la posibilidad de teletrabajar permitirá organizar el tiempo personal de otra manera, y más tras la situación emocional provocada a raíz de la pandemia sanitaria.

En resumen, poner a las personas en el centro de la empresa reduce la rotación laboral y las consecuencias negativas que la acompañan.


En toda situación en la que intervienen personas, el proceso de comunicación es esencial para una correcta interacción entre ellas, más si la misma se produce en el contexto de la empresa, donde se busca la consecución de objetivos comunes. Así, el proceso de retroalimentación o feedback es una práctica necesaria para el correcto desempeño de los equipos de trabajo.

“Las y los líderes deben dominar el proceso de comunicación”

En empleorecursos.es queremos destacar la importancia que tiene el feedback en la empresa, entendido como el proceso de dar información a otra persona (compañera/o, o colaborador/a en caso de liderar equipos) acerca del resultado o situación en la que se encuentre una determinada cuestión, ya sea por medio de consejos, comentarios o evaluaciones.

Es tal la importancia que tiene el feedback desde el punto de vista de la gestión del talento que constituye una herramienta esencial para la práctica de acciones de Coaching y Mentoring en la empresa, como proceso deliberado de ayuda para el crecimiento personal y laboral de las y los trabajadores. En concreto, permite comunicar las fortalezas y los puntos de mejora, convirtiéndose en fundamental para el aprendizaje y desarrollo profesional, por es necesario que las y los líderes posean esta competencia.

“El feedback eficaz se centra en tres elementos: situación, conducta e impacto”

Una técnica muy valiosa para poder aportar un feedback constructivo y eficaz ante una determinada conducta de un o una colaboradora consiste en partir de una definición de la situación específica que sucedió (cuándo, dónde y cómo), para posteriormente centrarse en la descripción de los comportamientos observables (y por tanto, medibles) junto con el impacto que dicha acción tuvo en el equipo o entorno.

Sin duda, poner en práctica este método de feedback dependerá si el mismo es positivo o negativo, ya que por regla general, a las personas les cuesta actuar de un modo asertivo ante conductas o acciones negativas. Por ello, el proceso de comunicación es fundamental para poder dar un feedback correcto y en el momento adecuado, ya que aportar un mensaje claro y sincero, respetando a la persona que lo recibe, es la mejor forma de hacerlo, por lo que tendremos que evitar dar rodeos, así como andarnos con medias verdades.

“Se debe corregir en privado y premiar en público”

En cuanto al mejor momento para dar feedback no es otro que cuando se está más relajada/o, como pueden ser los ratos de descanso en el trabajo o antes/después de la jornada laboral. A su vez, evitaremos generalizar y nos centraremos en conductas concretas, actuando siempre con una actitud empática y utilizando para ello un lenguaje respetuoso y positivo. Además, se hará hincapié en las consecuencias que tiene o ha tenido la conducta tanto a nivel objetivo como subjetivo o de sentimientos.

En resumen, el feedback es una herramienta fundamental en el ámbito laboral, ya que incluso es mejor que nos den un mensaje negativo a que ni siquiera nos valoren. Sin embargo, el feedback para que se convierta en una fuente de motivación y aprendizaje en la empresa, es necesario que tenga un matiz constructivo y sea visto como una oportunidad de crecimiento y confianza entre todas las personas que conforman el equipo de trabajo.


En un entorno laboral tan complicado y competitivo como el actual, desde el punto de vista de la gestión del talento es necesario poner en marcha medidas y acciones que permitan la fidelización del mismo, y por consiguiente, la reducción de la rotación laboral. Dentro de este contexto, y dejando de lado variables como la compensación económica y las que conforman el salario emocional (conciliación laboral, flexibilidad, etc.) uno de los grandes males que afectan a las empresas es la falta de RECONOCIMIENTO DEL TRABAJO bien hecho.

“Reconocer las aportaciones de las y los trabajadores es una fuente de motivación”

En empleorecursos.es somos conscientes del poder motivador que tiene el reconocimiento para las personas, lo que aumenta su satisfacción e integración con la empresa, de ahí, que debe ser una práctica prioritaria tanto para el área de recursos humanos como para cualquier líder o responsable que cuente con personas a su cargo.

Contar en la empresa con una cultura de reconocimiento de las aportaciones y trabajos bien hecho de las y los colaboradores repercute de forma directa en el bienestar de estos en la empresa, lo que afecta de manera positiva a su nivel de compromiso y en la consecución de objetivos, y por tanto, rendimiento. Sin embargo, este reconocimiento para ser efectivo debe cumplir una serie de requisitos, es decir, solo si es sincero, personal, en el momento adecuado, claro y en su justa medida tendrá los efectos esperados.

“El reconocimiento del trabajo repercute de manera directa en el nivel compromiso de las y los trabajadores”

Para entender la importancia que tiene reconocer el trabajo bien hecho en el compromiso de las y los trabajadores, es importante destacar las tres dimensiones de éste último, como son, cabeza, en relación a qué piensan las y los colaboradores sobre la empresa; corazón, cómo se sienten; y por último, las manos, en cuanto a la forma en que lo que piensan y sienten se  manifiesta, la conducta observable.

El reconocimiento por el trabajo realizado puede ser tanto individual como grupal, así como de manera privada como pública, pero si esta relación entre el nivel de motivación y el compromiso de las y los trabajadores con las dosis correcta de reconocimiento es tan crucial para el cumplimiento de los objetivos empresariales, analizar o medir el retorno de inversión (ROI) de las acciones que generan reconocimiento deben ir más allá de la típica encuesta de satisfacción.

“La medición del nivel de compromiso de las y los trabajadores debe abarcar todos los aspectos de la empresa”

Esto es, contar con una encuesta de satisfacción en la que se midan entre otros aspectos el nivel de confianza de la persona en la empresa y sus dirigentes, cómo encajan en ella, el proceso de comunicación o el sentimiento de pertenencia es un paso importante pero desde nuestra experiencia laboral en departamentos de gestión del talento, no debe quedarse ahí, sino que se partirá de una visión global incluyendo aspectos tales como la satisfacción de las  los clientes, nivel de rotación laboral, tiempo de permanencia de las y los trabajadores en la empresa, nivel de desempeño o la rentabilidad de su trabajo.

En resumen, no reconocer la labor de las y los colaboradores es una de las principales fuentes de problemas en la empresa, ya que por un lado, potencia la frustración de éstas/os, disminuye su productividad, llegando incluso a generar conflictos en los equipos de trabajo o en su caso, la pérdida de talento de las organizaciones.


Son varios los síndromes que se pueden manifestar en el entorno laboral que pueden dar al traste con la dinámica y afectar al rendimiento de los equipos de trabajo, desde el síndrome del impostor hasta el de burnout, pasando por Procusto o el de Peter, ya comentamos en nuestra Web. Sin embargo, queremos reflexionar sobre un síndrome que afecta de manera directa a los equipos de trabajo, como es el SÍNDROME DE HAMLET.

“Las personas que sufren el Síndrome de Hamlet tienen dificultad para tomar decisiones”

En empleorecursos.es queremos reflexionar sobre un síndrome laboral que afecta a aquellas/os profesionales que tienen que por lo general se encuentran gestionado equipos y deben tomar decisiones, ya que las personas que sufren el SÍNDROME DE HAMLET, al igual que en la obra Shakespeare, son personas que viven en una continua duda, lo que les dificulta a la hora de tomar decisiones importantes, y sobre todo, ágiles.

“Estas personas realizan análisis exhaustivos antes de tomar una decisión”

Esto es, estas personas, a modo general, poseen una elevada capacidad de análisis previo de las situaciones que se les presentan pero no son capaces de tomar una decisión acorde al mismo en el tiempo requerido, lo que repercute si es algo crítico, en agravar los problemas. Estas personas, eternizan la respuesta a cuestiones debido a análisis exhaustivos y extensos que dilatan sobre manera, las decisiones sobre las acciones a desarrollar.

El motivo de demorar las decisiones y realizar excesivos análisis no es otro que el miedo a decidir, por lo que demandan continua información sobre la situación, lo que repercute en las “vueltas” que les dan a todas la cuestiones, por el temor a las consecuencias que pueda tener si se equivocan.

“Estas personas eternizan los problemas y generan malestar en el equipo de trabajo”

Como se puede deducir, contar con una persona que sufre el SÍNDROME DE HAMLET en la empresa conlleva un malestar general de las personas que dependan de ella por pérdidas de oportunidades y tiempo, mensajes continuos de duda sobre cualquier tema, demora a la hora de actuar, etc., lo que provoca desidia y en muchos casos cambio de trabajo si es nuestra/o superior quién actúa como Hamlet (las personas no abandonan la empresa, sino a su malas/os jefas/es).

¿Cómo podemos saber si estamos expuestas/os a una persona con SÍNDROME DE HAMLET? Son varias las conductas que nos pueden ayudar a descífralo, como por ejemplo:

  • La persona no lidera, lo que favorece que el equipo se disemine y cada miembro actúe como crea conveniente, no le siguen.
  • Actúa siempre de forma reactiva, no prevé las situaciones, no se anticipa.
  • Igual que Hamlet, estas personas no se fían de nadie, por lo que en ocasiones, suelen “castigar” a las y los buenos colaboradores por miedo a que le hagan sombra.
  • Es una persona experta de los “pros” y “contras” de cada situación que se presenta. Demora la respuesta por análisis constantes, aburre a todas y todos los colaboradores.
  • No tienen prisa, las reuniones se eternizan ya que cada aspecto se analiza y vuelve analizar con excesivo detalle.
  • Fácilmente influenciables, carecen de seguridad en sí mismas/os, por ello desconfían de todas las personas que les rodean.

En resumen, a la larga, estas personas son apartadas de los puestos de responsabilidad, ya que a pesar de contar con las competencias adecuadas para el estudio de situaciones conflictivas, carecen de la habilidad de toma de decisiones, propiciadas por su baja autoestima.