Todo negocio depende del nivel de productividad de sus trabajadoras/es, por lo que una empresa será tan buena como lo sean las personas que la componen. Sin embargo, es común que, en ocasiones, este nivel de productividad no sea el esperado, lo que repercute de manera directa en la cuenta de resultados de la empresa.
El bajo nivel de productividad de las y los colaboradores es una cuestión primordial para el área de gestión del talento de la empresa, ya que está estrechamente relacionado con la motivación laboral, siendo necesario establecer medidas que no solo corrijan las desviaciones, sino que se anticipen a su aparición. Partiendo de nuestra experiencia profesional en gestión del talento, podemos mencionar como “ladrones” de la productividad más comunes, los siguientes:
1. Ausencia de visión general de la empresa
En muchas ocasiones, se tiende a omitir el desarrollo de la empresa a las y los trabajadores, desconociendo éstas/os incluso lo que sucede en su área o departamento, si la empresa tiene una dimensión considerable.
Las personas queremos saber cómo impacta lo que hacemos en nuestro día a día de trabajo en la empresa para poder sentirnos partícipes de ello. Desde el punto de vista de la gestión del talento, es buena práctica compartir los KPI’s del área, así como proporcionar un información clara y transparente acerca del desempeño colectivo de la organización.
2. Estilo de liderazgo
En muchas ocasiones, la baja productividad de un equipo se debe al estilo de liderazgo ejercido por la persona coordinadora, y en concreto, a una nula o mala supervisión debido a errores de comunicación, escasa delegación, ausencia en la toma de decisiones, etc.
3. Estilo de comunicación
Entendemos la comunicación como la competencia más importante en la empresa, sobre todo por los problemas que origina cuando no es la adecuada en tiempo y forma, situación de la que la productividad no escapa. Cuando la comunicación es en un solo sentido (generalmente, de supervisor/a a trabajador/a), las y los colaboradores sienten que no se tiene en cuenta sus opiniones, lo que poco a poco afecta a su nivel de involucración, y por tanto, a su productividad.
4. Nula delegación
Una de las principales cualidades del liderazgo es la capacidad de delegación de tareas (que no de responsabilidad). Por ello, cuando no se produce o se hace de manera errónea, afecta al nivel de motivación de las y los trabajadores.
Es común que siempre se deleguen tareas a la misma persona, ignorando al resto, haciendo que ésta se queme por sobrecarga de trabajo, así como que el resto no se sienta considerada en su trabajo.
5. Cultura tóxica
No contar con una cultura que fomente el trabajo en equipo, la superación constante y el reconocimiento repercute en práctica tóxicas como rumores, mala competitividad y conflictos, lo que a la larga no solo da lugar a una baja productividad, sino a un aumento de la rotación laboral.
6. Recursos obsoletos
No contar con los medios necesarios para realizar de manera correcta la tarea afecta al nivel de productividad de las y los colaboradores. Para hacer frente a esta situación, bastaría con preguntar a las y los colaboradores qué necesitan.
7. No reconocimiento
No establecer una cultura en la que se reconozca el esfuerzo repercute en la motivación y productividad general, “¿Para qué me voy a esforzar más si no se tiene en cuenta?”
Esto afecta a todos los niveles de la empresa, incluso a las personas que tienen un alto desempeño.
En resumen, la productividad de la empresa es uno de los elementos clave que determina el éxito o fracaso de esta, independientemente del tipo o tamaño que tenga, hasta el punto de convertirse en uno de los principales objetivos a perseguir.