Es común en la época estival, donde el país parece que se detiene, que muchas personas disfruten de unas merecidas vacaciones, independientemente de su situación laboral, esto es, si están ocupadas o desempleadas, así como si desempeñan un puesto profesional de mayor o menor responsabilidad. Además, si a esta necesidad le sumamos los efectos emocionales o psicológicos que nos está dejando la COVID-19, hacen que la DESCONEXIÓN sea más necesaria que nunca.
“Este año es aún mayor la necesidad de disfrutar de unos días de vacaciones”
Ya reflexionábamos en empleorecursos.es acerca de la gestión del periodo de vacaciones desde un punto de vista formal, así como de los efectos psicológicos que traía la pandemia causada por el coronavirus a trabajadoras y trabajadores. Sin embargo, este año, a pesar de la que situación sanitaria no es del todo óptima, sí se hace más necesario que nunca desconectar unos días de nuestra rutina laboral.
“Romper con la rutina se hace esencial para una mejora emocional y profesional”
A modo general, las vacaciones son esenciales para romper con la rutina y preocupaciones de nuestro día a día de trabajo, “limpiar” la mente de problemas y responsabilidades para poder volver con más ganas, así como reducir nuestro nivel de estrés y aumentar nuestra motivación. A lo anterior, se le suma la necesidad de acabar por unos días con ese teletrabajo forzado que hemos realizado donde al compartir el mismo espacio físico para trabajar y nuestra vida personal, ha hecho que todos los días sean iguales, o la tensión que hemos acumulado por miedo al contagio por ir y volver a nuestro puesto de trabajo si no hemos podido teletrabajar.
“No todo el mundo es capaz de desconectar durante las vacaciones”
Sin embargo, a pesar de esta necesidad de desconexión, existen personas que no la logran de manera completa, tal y como reflejaba la III Encuesta Adecco sobre Desconectar del Trabajo en Vacaciones, dónde se concluye que el 39,3% de personas no logran desconectar de sus obligaciones laborales durante las vacaciones.
En este sentido, el tiempo de desconexión es clave, ya que se estima que como mínimo debe ser de dos semanas seguidas, sin olvidar claro está que tres semanas son mejor que dos, a pesar de que nos han inculcado la idea de productividad constante, por lo que en ocasiones solemos tener la sensación cuando nos vamos de vacaciones que “abandonamos” o dejamos nuestras obligaciones (en vez de analizarlo como un periodo más del trabajo en el que recargamos “pilas” para volver a rendir más).
“Tenemos que ser conscientes de que nadie es imprescindible”
Para conseguir desconectar, es necesario hacerlo realmente, esto es, no consultar los correos electrónicos, no realizar tareas del trabajo, así como hacer actividades que nos diviertan y que normalmente no hacemos, como viajar, leer, visitar a familiares, cambiar los horarios de nuestro día a día de trabajo, etc.
Sin embargo, para poder llevar a cabo una desconexión lo más eficaz posible en nuestro periodo de vacaciones es necesario tomar una serie de medidas antes (dependiendo de nuestro nivel de responsabilidad laboral), como la planificación del mejor momento para disfrutarlas (cuando menos afecte a la actividad de tu puesto de trabajo, por ejemplo); dejar cerrados todos los temas pendientes antes de marcharnos; delegar las tareas a realizar en compañeras/os; avisar que estamos de vacaciones por si alguien se pone en contacto con nosotras/os en los días que no estaremos, etc.
Dentro de este contexto, realizar durante nuestras vacaciones actividades lúdicas nos aportará vitalidad y optimismo, lo que repercutirá en nuestra autoestima, lo que unido a darnos pequeñas recompensas (en forma de no madrugar, alimenticias, estar con amigas/os o familiares, etc.) nos ayudará a afrontar de manera positiva lo que nos encontraremos en la vuelta a la nueva realidad.