En un mercado laboral tan competitivo como en el que nos movemos, dónde cuesta tanto conseguir un empleo (no ya solo el que queremos), sino que, además, tenemos que demostrar día a día con nuestro trabajo y rendimiento que somos capaces de mantenerlo, tiene lugar un fenómeno muy común entre las personas trabajadoras, como es el MIEDO AL FRACASO.
“El miedo a fracasar nos limita como profesionales”
En empleorecursos.es, a partir de nuestra experiencia laboral en departamentos de gestión del talento, nos encontramos con personas trabajadoras que presentan un excesivo miedo a no estar a la altura, similar a una fobia, que les impide hacer frente a novedosos proyectos, proponer ideas y mejores formas de realizar las cosas, explorar nuevos mercados o servicios, en definitiva, les inhibe a pesar de contar con las competencias y habilidades necesarias para ello.
“El miedo al fracaso constante determina nuestra marca profesional”
A demás del efecto que al MIEDO AL FRACASO tiene sobre nuestra marca profesional o huella que mostramos como profesionales (mayormente con efectos negativos), éste focaliza toda nuestra atención cuando nos enfrentamos a un reto profesional, lo que moldea la visión que de nosotras/os se tiene en la empresa, la cual, queramos o no, repercutirá de forma directa en nuestra carrera profesional.
Desde el punto de vista psicológico, el MIEDO AL FRACASO actúa como una voz interior que autoevalúa nuestras capacidades para hacer frente a una tarea o función, limitándonos en sentido negativo a realizarla como realmente somos capaces, mediante pensamientos que “nos recuerdan” que no somos lo suficientemente buenas/os o adelantando las consecuencias que tendrán lugar cuando no fallemos.
“El ciclo del miedo al fracaso es: interpretación, anticipación y evaluación”
A partir de lo anterior, se puede afirmar que son tres los elementos que nos llevan a pensar de esta forma. En primer lugar, la interpretación que realizamos de la situación (nueva función o tarea a realizar, como bien puede ser un informe o presentación); posteriormente, anticipamos tanto el resultado que conseguiremos como las consecuencias asociadas al mismo; y por último, la evaluación negativa de nuestra actuación.
Este tipo de miedo, muy asociado a otros trastornos que tienen lugar en la empresa, como bien puede ser la ansiedad o el Síndrome del Impostor, están muy relacionados con el esquema mental que cada una/o tenga acerca de lo que es fracasar, ya que la línea que separa éste del concepto de error es muy estrecha, dejando claro que cometer errores en nuestro día a día de trabajo es una forma de crecer profesionalmente, y por consiguiente, una fuente de motivación para continuar creciendo en nuestro puesto de trabajo.
“Cometer un error no es lo mismo que fracasar”
Por ello, las personas que experimentan de manera frecuente el MIEDO AL FRACASO se caracterizan por estar buscando constantemente la perfección en todo lo que hacen, hasta el punto de autoexigirse de manera desmesurada, situación que les lleva a sufrir tanto síntomas cognitivos (bloqueos mentales, manifestar una cosa y la contraria, dudas constantes, etc.) como somatizar por medio de sudoración, temblores, taquicardias, trastornos digestivos, etc.
Esto es, son personas que se caracterizan por no tolerar la frustración, así como una búsqueda constante de la perfección y el reconocimiento de las y los demás al centrarse exclusivamente en los resultados de sus acciones. Son profesionales que necesitan la valoración constante porque se “autocritican” en todo lo que hacen por una marcada falta de autoconfianza.
En cuanto a las estrategias que estas personas pueden poner en marcha para hacer frente al MIEDO AL FRACASO, destacamos:
- Adelantar lo que sucederá por medio planificar las acciones a seguir.
- Establecer objetivos realistas y alcanzables, así la sensación de competencia será mayor.
- Ver el posible fracaso como una oportunidad de crecer y mejorar.
- No buscar la perfección en todo lo que haces.
- Solicitar ayuda.
- Persistir las veces que haga falta, ya que lo importante no es conseguirlo a la primera sino tener la capacidad de insistir.
- Actuar de forma realista, pero sin limitaciones previas (elimina el “no puedo” o “eso no es lo mío”).
- Si no consigues lo que has propuesto, no has fracasado. Has aprendido que debes hacerlo de manera diferente la próxima vez.