El Síndrome de Estocolmo es conocido a nivel general como las actitudes que llevan a la persona que está siendo agredida a identificarse de manera inconsciente con su agresor/a, hasta el punto de empatizar con esta persona, comprenderle y justificar sus conductas. Una versión del mismo suele presentarse en el lugar de trabajo, dando lugar al SÍNDROME DE ESTOCOLMO LABORAL.
“En el Síndrome de Estocolmo la persona que lo sufre justifica a su agresor/a”
En empleorecursos.es, a partir de nuestra experiencia en departamentos de gestión del talento, somos conscientes de la existencia de este tipo de síndrome en la empresa, haciendo que la persona trabajadora que está sufriendo determinadas conductas o situaciones negativas no solo llega a ignorarlas, sino que las justifica.
“La persona con Síndrome de Estocolmo Laboral experimenta una adaptación autodestructiva a la situación”
Existen múltiples definiciones del SÍNDROME DE ESTOCOLMO LABORAL pero todas ellas hacen mención al hecho de que la persona trabajadora que lo sufre se identifica de manera intensa con su empresa a pesar de estar sufriendo una situación negativa de manera constante, como puede ser ambiente agresivo o estresante, malas relaciones con las y los compañeros, continuas faltas de respeto por parte de las y los superiores, llegando incluso a maltrato psicológico.
“Estas personas se centran únicamente en los aspectos positivos de su situación”
Son varias las condiciones que facilitan que la aparición de este síndrome, sobre todo en aquellas organizaciones dónde no se valoran a las personas, o caracterizados por una jerarquía vertical dónde el autoritarismo, el ordeno y mando, junto con las amenazas son una constante.
“El Síndrome de Estocolmo puede desembocar en ansiedad y depresión”
Desde el punto de vista psicológico, el SÍNDROME DE ESTOCOLMO LABORAL está relacionado con dos fenómenos clínicos, como son la indefensión aprendida (esto es, tras verse sometida la persona de manera constante a una situación negativa, no se ve capaz de superarla, asumiéndola como tal, dándose por vencida y afectando a su autoestima) y la profecía autocumplida (la persona se lo cree, por lo que ella misma se anula, no se ve capaz de afrontar su situación y entra en un círculo vicioso).
Para ayudar a las personas que sufren este Síndrome, es necesario en primer lugar que sean conscientes de la situación, es decir, reconozcan que las situaciones negativas que están sufriendo no son algo “normal”, sino que es lo “anormal”, no ya solo desde el punto de vista de derechos laborales, sino también desde el respeto que toda persona nos merecemos.
“Las personas que sufren este Síndrome se caracterizan por tener baja autoestima”
En ocasiones, estas personas suelen necesitar ayuda psicológica para potenciar y trabajar su nivel de autoestima, para a partir de ahí, poder reconocer que son víctimas de situaciones vejatorias o negativas que les afectan de manera emocional, al verse cautivadas por la persona agresora.
Relacionado con la anterior, es preciso trabajar los esquemas o creencias limitantes, aquellos pensamientos que nos llevan a rechazar cualquier cambio porque nos vemos como incapaces de obtener una situación mejor (como optar a otro trabajo, por ejemplo).
En resumen, en ocasiones en la empresa nos encontramos con personas que, a pesar de estar sufriendo un trato o situación injusta de manera constante, la justifica, entre otras cosas, porque la relación tanto con sus superioras/es o compañeras/os se fundamenta en el miedo y no se ven capaces de abandonar su puesto de trabajo al considerar de manera errónea que no tienen las capacidades para encontrar otro.