El aumento del teletrabajo motivado por la pandemia sanitaria ha dado lugar a una sobre exposición a las pantallas y herramientas tecnológicas (teléfono móvil, Tablet, PC, etc.), motivando un aumento considerable de personas que sufren efectos emocionales o un tipo específico de estrés, conocido como TECNOESTRÉS.

“El excesivo uso de las nuevas tecnologías en el trabajo conlleva riesgos psicosociales”

Ya hablábamos en empleorecursos.es sobre la gestión del estrés y cómo nos afecta a nuestro día a día de trabajo. Sin embargo, en los últimos tiempos, debido al uso de las nuevas tecnologías en el entorno laboral, ha aparecido una clase de estrés asociado al uso de las mismas en el trabajo, como es el TECNOESTRÉS.

El origen del TECNOESTRÉS se encuentra en las investigaciones del psiquiatra Craig Brod el cual, lo definió como «una nueva enfermedad causada por la incapacidad para enfrentarse a las nuevas tecnologías de un modo psicológicamente saludable”. Dentro de este contexto es interesante mencionar las investigaciones llevadas a cabo por Salanova, Cifre y Martín (1999) dónde mencionan como causas del TECNOESTRÉS los cambios que las nuevas tecnologías introducen, tanto en el contenido como en el ambiente de trabajo en función de diferentes variables moduladoras, como son:

  • Laborales.

Es fundamental tener en cuenta el apoyo social entre compañeras/os, el control que tiene la persona sobre su trabajo, así como las exigencias que conlleva el uso de las nuevas tecnologías. En el teletrabajo ocasionado con motivo de la COVID19, las personas se sienten aisladas de sus equipos de trabajo, a la vez que las y los trabajadores les cuesta desconectar al compartir el mismo espacio para trabajar y vivir, y estando sometidas/os a un “excesivo” número de reuniones, etc.

  • Organizacionales.

El proceso de adaptación y formación a las nuevas tecnologías por parte de las y los trabajadores es crucial para reducir el nivel de estrés en general, así como evitar frustraciones.

  • Personales.

Estas variables están relacionadas tanto con la experiencia previa en el uso de las herramientas y aplicaciones informáticas, como en aspectos de personalidad.

A partir de lo anterior, es claro que el TECNOESTRÉS se encuadra como un riesgo psicosocial que las empresas deben evaluar y prevenir, provocando en la personas alteraciones tales como ansiedad, problemas de sueño, dolor de espalda, síntomas oculares, consultas constantes al móvil, búsquedas por Internet compulsivas, errores en la comunicación escrita, necesidades de adquirir las últimas novedades tecnológicas, preferir las “pantallas” a las relaciones personales, etc.

Desde el punto de vista de la gestión del talento, a partir de nuestra experiencia laboral en departamentos de recursos humanos, recomendamos una serie de medidas, tales como:

A nivel de la organización

  • Aportar la formación necesaria adaptada a la persona y el puesto de trabajo.
  • Conocer la opinión de las y los trabajadores, así como fomentar la participación en las mejoras tecnológicas que se vayan a implantar.
  • Crear una “cultura tecnológica” en la empresa.
  • Aportar equipos, junto con softwares seguros y actualizados.
  • Adaptar los puestos de trabajo a las mejoras tecnológicas que los acompañan.

A nivel del/a trabajador/a

  • Gestionar de manera adecuada el tiempo de trabajo.
  • Limitar el horario de uso de las nuevas tecnologías.
  • Descansar cada cierto tiempo de trabajo con las nuevas tecnologías para reducir la fatiga mental y realizar estiramientos.
  • Mantener una dieta equilibrada y realizar ejercicio físico.
  • Reservarse un día a la semana sin acceso a “pantallas”.
  • Hacer un buen uso de la tecnología.

Una de las principales consecuencias que tiene el ritmo de trabajo que existe en muchas empresas es la generación de un elevado nivel de ESTRÉS en las y los trabajadores, lo que conlleva consecuencias negativas no solo para éstas/os (en cuanto a efectos para su salud, entendida desde el punto de vista de la prevención de riesgos labores como la ausencia de bienestar físico, mental o emocional), sino también para la organización, al verse disminuido el rendimiento de las y los colaboradores, llegando a producir situaciones que deterioran el clima laboral (conflictos, reuniones poco efectivas, etc.).

“El estrés es perjudicial cuando se presenta de forma intensa durante un periodo prolongado de tiempo”

En empleorecursos.es entendemos el ESTRÉS como la respuesta que da el organismo a las demandas del medio, interno o externo, en relación con los recursos disponibles para hacerles frente. Por ello, el estrés en sí mismo no es negativo, hasta el punto de considerarse necesario para “incitarnos a actuar” (conocido como Eustrés). Sin embargo, un estrés excesivo durante un tiempo prolongado, sí conlleva consecuencias que afectan al rendimiento laboral y salud de la persona (Diestrés).

Más detenidamente, son tres las fases en las que se manifiesta el ESTRÉS LABORAL, como son:

  1. Resistencia: se produce por ejemplo cuando nos demandan una tarea que entendemos como compleja a resolver en un periodo corto de tiempo. El organismo intenta hacer frente a tal situación, por lo que empezamos a sentir síntomas tales como aumento del ritmo cardíaco y presión arterial, respiración acelerada, molestias estomacales, dificultad de concentración, herpes, insomnio, irritabilidad, ansiedad, etc.
  2. Alarma: la prolongación temporal de la situación anterior genera una habituación a los síntomas, con objeto de impedir que el organismo se agote. Ante esta situación, la persona puede optar por hacer frente al estrés que sufre o en caso contrario, evitando las situaciones que se lo generan.
  3. Agotamiento: tiene lugar cuando el organismo, tras verse expuesto el estrés durante un largo periodo de tiempo, no es capaz de hacer frente al mismo, por lo que se generan las patologías típicas, tales como trastornos gastrointestinales, cardiovasculares, endocrinos, sexuales, dermatológicos, cefaleas, impotencia sexual, bruxismo etc. a nivel físico; dificultades de concentración y toma de decisiones, preocupación excesiva, olvidos, mal humor, consumo de excesivo de fármacos, alcohol o tabaco, mala aceptación de las críticas, etc. a nivel psicológico; y tartamudeo, temblores, pérdida o exceso de apetito, risa nerviosa, etc., a nivel conductual.

A su vez, dentro del entorno de trabajo, son múltiples los factores o condicionantes del ESTRÉS LABORAL que se pueden presentar, siendo los mismos tan variados como trabajadoras/es existen, destacando a modo general elevadas exigencias psicológicas derivadas de las tareas a realizar; ausencia de desarrollo y formación profesional, dificultad para influir en el trabajo a realizar; continuos conflictos, situaciones de Mobbing o acoso laboral, ausencia de un liderazgo adecuado, existencia de un clima laboral conflictivo, falta de una comunicación clara, excesivas situaciones de aburrimiento crónico en el trabajo, aparición del Síndrome de Burnout, dedicarse a una sola tarea, no aplicar una cultura empática, falta de apoyo social y compañerismo, doble jornada laboral (en el trabajo y en casa), situaciones de desigualdad, no poder conciliar la vida personal y familiar, temporalidad y parcialidad en la contratación, etc.

Al igual que las causas que generan ESTRÉS LABORAL, las estrategias a poner en marcha tanto para prevenirlo como tratarlo son múltiples, por lo que desde empleorecursos.es a partir de nuestra experiencia laboral en departamentos de gestión de personas (recursos humanos), proponemos intervenir tanto a nivel de la organización como de la persona trabajadora.

Intervención a nivel de la organización.

Intervención a nivel de la persona trabajadora.

  • Mantener hábitos de vida saludables (alimentación, deporte, apoyo social, no tomar drogas ni alcohol, etc.).
  • Entrenamiento en técnicas asertivas, habilidades sociales, resolución de problemas, autocontrol, etc.
  • Conocer y aplicar técnicas de relajación, etc.