La posibilidad del teletrabajo, venga motivado o no por la pandemia sanitaria provocada por el COVID-19, ha hecho que muchos de los hábitos que teníamos en nuestro día a día laboral tengan que adaptarse a la nueva situación, no escapando de ellos las continuas reuniones, por lo que se hace necesario la gestión adecuada de las videollamadas o REUNIONES VIRTUALES (conocidas también como “calls”).

“Las reuniones son una herramienta fundamental para el trabajo en equipo”

Ya comentábamos en empleorecursos.es, a partir de nuestra experiencia laboral en departamentos de gestión del talento (recursos humanos), que el teletrabajo como tal, ha venido para quedarse, dando lugar a una nueva realidad laboral, y más, si es derivada de las consecuencias provocadas por el coronavirus, como puede ser el contagio social, los riesgos laborales derivados, el estilo de liderazgo necesario, los efectos psicológicos que produce en las y los trabajadores, etc.

“Durante el teletrabajo, las reuniones virtuales son una herramienta fundamental de comunicación”

A modo general, dentro de nuestro día a día de trabajo, con mayor o menor frecuencia, e independientemente de nuestra ocupación, trabajar en equipo conlleva la puesta en práctica de una de las herramientas más poderosas para que este sea eficiente, como son la gestión de reuniones. Por ello, al ser una de las principales medidas para el correcto desarrollo del teletrabajo (y más en momentos de confinamiento) la comunicación en la empresa, queremos reflexionar sobre el correcto desarrollo de las REUNIONES VIRTUALES para así sacar su máximo provecho y sobre todo, evitar que repercutan en nuestra productividad laboral (y nos roben el tiempo).

“La correcta gestión de reuniones optimizará nuestro tiempo de trabajo”

No nos referimos a la reunión diaria que tenemos cuando estamos teletrabajando, la cual, como ya hemos comentado, tiene incluso efectos positivos, tales como la ruptura con la rutina, compartir información, favorecer la comunicación, eliminación del estrés, etc., sino que ya sea por el elevado número de reuniones que tenemos al día (con compañeras/os, clientes, responsables, proveedoras/es, candidatas/os, etc., sin contar con las videollamadas que hacemos a nuestra familias), o por su mala estructuración, éstas nos generan efectos negativos que repercuten de manera directa en nuestra productividad laboral.

“Las reuniones telemáticas desestructuradas repercuten en nuestra salud psicosocial”

A modo general, el principal efecto negativo que tienen las REUNIONES VIRTUALES es la fatiga mental que nos producen (lo que constituye un claro riesgo psicosocial) al tener que centrar nuestra atención de manera constante. Dichas consecuencias vienen producidas fundamentalmente por la necesidad o demanda constante de atención que nos exigen, ya que la situación difiere de forma considerable de los componentes que intervienen en el proceso de comunicación en un entorno físico (pasamos de tres dimensiones a dos) como es el lenguaje no verbal y los elementos paralingüísticos (tono y entonación de la voz, movimientos corporales, etc.). Por ello, es fácil entender que las videollamadas nos exijan mucha más atención (como muestra la investigación llevada a cabo por Gianpiero Petriglieri, profesor de INSEAD y Marissa Shuffler, profesora de la Universidad Clemson y publicada por El País).

Para llevar a cabo videollamadas o REUNIONES VIRTUALES con éxito, es necesario tener en cuenta una serie de elementos tanto antes como durante y después de las mismas, con objeto no solo de hacerlas eficaces, sino que además, atractivas y provechosas.

Antes de la reunión virtual

Es necesario buscar un lugar físico en dónde colocarse, fuera de ruidos y dónde no nos puedan interrumpir (y más si tenemos que compartir nuestro espacio de trabajo con familiares que estén o no teletrabajando). Además, es importante que el lugar que elijamos tenga buena acústica, para evitar el efecto eco. En este contexto, es necesario tener en cuenta el fondo que se verá cuando nos conectemos, por lo que intentaremos por un lado que sea neutral para evitar reflejos (como puede ser la luz que entre por una ventana) como por otro transmita profesionalidad, para evitar distracciones al ser muy llamativo en su decoración.

A partir de lo anterior, es necesario determinar la aplicación en la que se llevará a cabo la reunión, teniendo en cuenta la aportada o no por la empresa, y la facilidad de uso para las personas intervinientes. Además, es conveniente comprobar el correcto funcionamiento de nuestro equipo (cámara, audio, etc.).

Una vez se tenga el aspecto logístico controlado, queda realizar la convocatoria previa a las personas que van a participar, indicando la hora de inicio, extensión, así como el objetivo, temas a tratar y las reglas a seguir, junto con la aportación del material necesario para la misma, en su caso. Su registro en la aplicación de calendario es muy eficaz para la gestión previa por parte de todas las personas participantes.

Otra cuestión a tener en cuenta es nuestro aspecto físico. La ropa que llevemos debe ser la misma que nos pondríamos para ir a la Oficina (por supuesto, nada de ropa informal o el pijama).

Durante la reunión virtual

Independientemente del tipo de reunión a realizar, ya sea para un proceso de selección, con una/o compañera/o de trabajo, One to One, etc., siempre es adecuado generar un clima de confianza en su inicio, con preguntas o comentarios de cortesía que relajen el ambiente y sirvan de introducción a la misma.

Son muchas las personas que participan en “meetings” que desactivan la cámara, ya sea por motivos obvios (hay más gente en la habitación en la que se encuentran, por ejemplo). Sin embargo, siempre es aconsejable (y más si somos quiénes convocamos y no tenemos problemas de red) activar la cámara, para así mostrar el lenguaje no verbal que acompañe a nuestro discurso, junto con un mensaje de profesionalidad y cercanía.

Por supuesto, es necesario que la hora de inicio y fin de la reunión se ajuste a lo acordado, así como el desarrollo se centre en los aspectos a tratar. Para ello, la persona que convoca asumirá el rol de dirección evitando temas o elementos que se salgan del objetivo.

Después de la reunión virtual

Una vez acaba de la “call”, es el momento de realizar un resumen con las argumentaciones aportadas por las y los participantes donde se recapitule las conclusiones y acuerdos alcanzados.

En función del objetivo de la reunión virtual, es adecuado emitir un acta o “minuta” de con dichos acuerdos, así como distribuirla entre las personas que han intervenido, aprovechando para agradecer su participación.

Por último, se realizará una evaluación del encuentro para corregir y evitar en futuras reuniones los posibles inconvenientes que hayan podido surgir, y un seguimiento de las acciones a poner en marcha, llegado el caso.


Son varias las consultas llegadas a nuestra Web, empleorecursos.es acerca de los pasos o acciones que determinan la manera de gestionar reuniones de manera efectiva. Por ello, desde estas líneas, analizaremos cómo realizar la gestión de reuniones de manera efectiva.

“La pérdida de tiempo es la principal sensación después de una reunión mal gestionada”

La mayoría de las citadas consultas se traducen en quejas acerca del tiempo que se pierde, falta de puntualidad de las personas convocadas, desconocimiento de los puntos concretos a tratar, no disponibilidad de los equipos necesarios, etc. por lo que las mismas, no conducen a ningún lado.

“Gestionar reuniones de manera efectiva parte de la planificación previa de las mismas”

Desde empleorecursos.es entendemos que toda reunión debe estar planificada, siendo el paso fundamental y previo a su convocatoria definir con detalle el motivo de la misma, es decir, qué se quiere conseguir con ella (por ejemplo, dar información acerca de un determinado asunto, solucionar un problema concreto, tomar decisiones sobre la forma de actuación, etc.).

“Una reunión bien gestionada supone una inversión para la empresa”

No se puede perder de vista que una reunión, desde el punto de vista de la empresa, es la inversión del tiempo de trabajo de varias personas (sin olvidar los casos en los que es necesario desplazarse), por lo que por sí misma supone un coste, siendo la persona responsable quién debe convertir el citado coste en inversión, por lo que, tal y como se ha comentado, el primer paso para ello es definir con claridad el objetivo a alcanzar.

“Planificar una reunión implica acciones antes, durante y después de la misma”

En cuanto al proceso de planificación de la reunión, este se traduce en tres etapas diferenciadas, antes (donde habrá que determinar si realmente es necesario realizarla, en caso afirmativo, definir qué tipo de reunión y su proceder a su preparación); durante (existen tres fases, inicio, conducción y cierre); y por último, después (envío del acta a las personas participantes, evaluación de la misma y seguimiento de las decisiones adoptadas).

Antes de la reunión, para determinar la necesidad de realizarla, se analiza el propósito de la misma (objetivo), así como la conveniencia u oportunidad de llevarla a cabo en esos momentos (en función del contexto o situación concreta en el que se encuentre la empresa). Posteriormente, se determina el tipo de reunión a realizar (de información, consultiva, resolución de problemas, etc.), así como los aspectos preparatorios de la misma (citar únicamente a las personas necesarias y asignarles un rol en la reunión, esto es, quién ejercerá la labor de moderador/a, apoyo, registro del acta, exposición del tema, etc.; elaborar una agenda con el orden de los puntos a tratar, la hora de inicio y fin, tiempo dedicado a cada tema, responsables, etc.; citaciones y comunicación de los aspectos tratar a las personas convocadas, siendo usual hacerlo por medio de una aplicación informática enlazada el correo electrónico; y por último, el lugar físico donde tendrá lugar, junto con los medios y recursos necesarios).

Durante la reunión, los primeros minutos se dedicarán a crear el clima adecuado de una manera informal, para posteriormente hacer una revisión de los temas a tratar y establecer unas normas básicas (silenciar los móviles, respetar el turno de palabra, centrarse únicamente en los temas de la reunión, etc.). Se registrará en un acta los puntos tratados, acuerdos, responsabilidades, plazos, etc., a la vez que la persona moderadora focalizará constantemente la reunión en los objetivos y temas de la misma.

En el cierre de la reunión, se recapitularán los temas y acuerdos alcanzados, dejando en la agenda pendientes para próximas reuniones. Llegados este momento, en empleorecursos.es entendemos la importancia de manejar el estado de ánimo durante esta fase, ya que será un medio fundamental para futuras reuniones, por lo que es aconsejable dar feedback sobre los trabajos y aportaciones realizadas.

Una vez acabada la reunión, se enviará el acta con los temas tratados y acuerdos alcanzados a cada una de las personas participantes para que la validen, se evaluará la misma por parte de la persona responsable (si se ha cumplido el objetivo propuesto, cómo se ha alcanzado, etc.), así como se llevará a cabo el seguimiento de los acuerdos alcanzados.

De forma esquemática, sería:

Antes de la reunión:

  • Planificación previa.
  • Selección de las personas asistentes (únicamente a las necesarias).
  • Definir objetivo, temas (y el tiempo dedicado), lugar, hora, recursos técnicos, etc.
  • Convocarla con antelación suficiente.
  • Remitir la convocatoria y documentación a las personas asistentes.

Durante la reunión:

  • Iniciar y terminar en el tiempo fijado.
  • Dedicar los primeros minutos a aclarar los puntos fundamentales.
  • Seguir el desarrollo previsto en el plan.
  • Dirigir la reunión evitando distracciones y temas fuera del objetivo de la misma.

Al finalizar la reunión:

  • Resumen final de las argumentaciones.
  • Recapitular las conclusiones alcanzadas.
  • Agradecer la participación.

Después de la reunión:

  • Se remite el acta con los acuerdos alcanzados.
  • Evaluación de la reunión.
  • Seguimiento de los acuerdos.