Uno de los síndromes psicológicos que tiene una mayor presencia en el entorno laboral, motivo por el cuál ha sido objeto de estudios detallados, es el conocido como SÍNDROME DE BERGERAC, donde la persona trabajadora que lo “sufre” cede de manera consciente la autoría de sus ideas y aportaciones a otra persona del equipo de trabajo, ya que estima que es el único modo de que se materialicen.

“Las personas con baja autoestima son más proclives a manifestar estas conductas”

Ya analizábamos en empleorecursos.es, a partir de nuestra experiencia laboral en departamentos de gestión del talento, la presencia de varios síndromes o trastornos psicológicos que se manifiestan en el entorno laboral, los cuales, tienen repercusiones negativas tanto para la persona que lo experimenta como para la propia empresa al afectar de forma directa en su clima laboral. Entre otros, se encuentran el Síndrome de Anat, Jonás, Karoshi, Boreaut, Burnout, Ganímedes, Impostor, Dunning-Kruger, Procusto, etc.

“Los síntomas que manifiestan estas personas son los del personaje de Bergerac”

En este caso concreto, se trataría de personas con un nivel de autoestima bajo junto con una clara falta de confianza en sus competencias profesionales, lo que les produce una distorsión de su verdadera imagen como trabajadoras/es, similar a las características del personaje descrito por el escritor francés Cyrano de Bergerac.

Las consecuencias del SÍNDROME DE BERGERAC para la persona que lo manifiesta y la organización son considerables, ya que estas/os trabajadoras/es se consideran sin importancia e insignificantes (por carecer de la formación, experiencia, o capacidades para proponer mejoras que permitan crecer a la empresa), por lo que buscan a la persona que estiman más idónea, ya sea por su posición jerárquica o por considerar que tiene mejores cualidades, para exponerles sus ideas al estimar que así se llevarán a cabo.

“Estas personas ceden sus ideas pero esperan ser reconocidas/os a largo plazo”

Por todo ello, estas personas, al contrario de lo que sucede en el comentado Síndrome de Anat donde el o la trabajadora se apropia de las ideas ajenas y las presenta como suyas, actúan de forma consciente cediendo sus iniciativas o aportaciones no esperando reconocimiento o recompensa por ellas en el corto plazo (esperando que a largo plazo sí se les reconozca, resumiéndose su forma de pensar en que “me pueden robar mis ideas pero no mi talento”).

“Es más común el Síndrome de Bergerac en empresas donde se prime la competitividad entre compañeras/os”

Desde el punto de vista de la gestión del talento en la empresa, se puede intervenir desde un doble punto de vista. Por lado, adaptando un liderazgo que permita crecer y desarrollarse a las y los colaboradores, enfatizando la conducta empática a la vez que se identifique el origen de las ideas y aportaciones realizadas dentro del equipo de trabajo, se refuerce su imagen dentro del mismo; mientras que por otro lado, ayudar y potenciar a las y los colaboradores a que reconozcan sus fortalezas y hagan frente a sus debilidades.

Se ha demostrado que SÍNDROME DE BERGERAC puede estar presente en cualquier persona, independientemente del nivel o posición jerárquica que ocupe en la empresa, existiendo un mayor riesgo de manifestarse en empresas dónde se prime más la experiencia laboral y la formación de las y los trabajadores, frente a su potencial y lo que pueden aportar.


Son múltiples las fuentes que se pueden consultar sobre recomendaciones y medidas a poner en marcha para desarrollar el teletrabajo atendiendo a las medidas de seguridad y salud, con objeto de prevenir daños en la persona trabajadora. Sin embargo, la aplicación de las mismas en una situación de teletrabajo extraordinario u obligado por el confinamiento de la población las hacen especialmente difíciles de realizar.

“La situación de Teletrabajo por confinamiento obligatorio ha impedido la adopción de las medidas generales de prevención de riesgos laborales”

En empleorecursos.es, continuando nuestro anterior post sobre la necesidad de poner en marcha un liderazgo efectivo que guíe el Teletrabajo, partimos de la definición del mismo como la forma de organización y/o de realización del trabajo, utilizando las tecnologías de la información en el marco de un contrato o de una relación de trabajo, en la cual un trabajo que podría ser realizado igualmente en los locales de la empresa se efectúa fuera de estos locales de forma regular”.

A partir de lo anterior, se pueden diferenciar tres tipos o modalidades de Teletrabajo en función del lugar dónde se desempeñe. Así, se encontraría el que tiene lugar en el domicilio de la persona trabajadora; en telencentros (como pueden ser los “coworkings”); y los que se desarrollan de manera ambulante o de campo (el desempeñado en determinadas profesiones, como por ejemplo por las y los comerciales, inspectoras/es de calidad, etc.).

“En este contexto de confinamiento es fundamental la autoevalución de su puesto de trabajo por la persona trabajadora”

A pesar de lo indicado en el artículo 16 de la Ley 31/1995, de 8 de noviembre, donde se recoge que es la empresa quien tiene la obligación de evaluar el puesto de trabajo, a modo general, son varios los riesgos a los que se exponen las y los trabajadores cuando desempeñan su actividad laboral en la modalidad de Teletrabajo, como son los relacionados con la fatiga visual (como pueden ser cefaleas, lagrimeo, escozor ocular, etc.), estrés, trastornos músculo-esqueléticos (derivados de las malas posturas, las cuales, pueden ocasionar lesiones tales como tendinitis, síndrome del túnel carpiano, cervialginas, etc.), psicosociales (que propician entre otros los síndromes de Burnout, Boreot, Anát, etc.), así como los relacionados con la adaptación del espacio de trabajo (y más cuando sucede en el hogar familiar).

“Son muchas las personas trabajadoras que han tenido que adaptarse a trabajar de manera repentina en su casa”

Estas medidas de seguridad y salud están destinadas a poner en marcha en un contexto de teletrabajo general, sin embargo ante una situación de confinamiento como es la derivada en este caso por la crisis sanitaria del coronavirus, son muchas las personas que se han visto obligadas a teletrabajar desde casa sin tiempo para prepararse, ni equipos o mobiliarios adecuados, con espacios compartidos por otras personas (¿Quién no desempeña su trabajo en la mesa del salón dónde realiza actividades habituales como comer; o sentada/o en la silla del salón o el sofá; con la luz que proviene de la lámpara para ver la TV; utilizando el lento PC destinado a que las y los niños jueguen en Internet; etc.?). 

“Lo ideal es afrontar esta situación con optimismo y actitud resolutiva”

Ante esta situación, en primer lugar es importante tener en cuenta que se trata de una situación excepcional y temporal (aunque no se sepa con certeza su duración) por lo que se debe afrontar con una actitud positiva, adaptándose a las circunstancias de la mejor manera posible. Para ello, se aconseja buscar un lugar de trabajo que cuente con el espacio suficiente tanto para el ordenador como para los documentos o material necesario, así como intentar en la medida de lo posible que siempre sea el mismo (con objeto de crear y reservar tu espacio, así como facilitarte el establecer una rutina, sobre todo si es una habitación dónde puedas cerrar la puerta cuando acabes tu jornada laboral).

“No es aconsejable para evitar posturas poco higiénicas y forzadas trabajar sentada/o en el sofá”

Este lugar deberá contar con la iluminación necesaria, a ser posible natural (acompañándola de artificial en caso de ser insuficiente). Se evitarán deslumbramientos por las variaciones de luz por medio de cortinas. Además, no es aconsejable sentarse frente a la fuente de luz (ventana).

Respecto a la silla que utilices, las recomendaciones generales indican que ésta tenga cinco ruedas, sea giratoria y con altura regulable. Sin embargo, en caso de no disponer de una de este tipo, lo mejor es utilizar una que se adapte a la mesa de trabajo y que permita mover las piernas con comodidad. En ocasiones, es adecuado disponer de un cojín para la zona lumbar, así como de un objeto que permita apoyar los pies en caso de que las piernas queden holgadas.

Las indicaciones generales respecto a la mesa a utilizar recogen que ésta debe disponer de una superficie mate para evitar reflejos y deslumbramientos (además de un espacio suficiente tanto para el equipo informático como los documentos necesarios, así como para apoyar los antebrazos), por lo que en caso de no contar con ninguna mesa de estas características, siempre se puede cubrir su superficie con un mantel, por ejemplo. En cuanto a la altura de ésta, es adecuado adaptarla a la anatomía de la persona trabajadora elevándola o bajándola en función de la misma.

A pesar de que lo más aconsejable es contar con una pantalla y teclado independientes, la mayoría de las personas que están teletrabajando lo hacen utilizando un portátil, por lo que éste se colocará de modo que el borde superior de la pantalla coincida con la línea horizontal de visión. Si utilizas ratón, usa una alfombrilla con “resposamuñecas” (siempre se puede poner un trapo o esponja que cumpla esta función amortiguadora). Dentro de este contexto, la pantalla se colocará a unos 40 – 55 centímetros, evitando estar frente a fuentes de luz (ventanas, generalmente).

Siempre se deben hacer pausas, con objeto de disminuir la fatiga y favorecer la concentración. Suele ser adecuado hacerlas cada 5 minutos, levantarse y moverse. Además, es adecuado mantener el contacto periódico con las y los compañeros de trabajo que se encuentran en la misma situación, con objeto de no sentirse aislada/o, y compartir estos momentos.

Otra medida fundamental a poner en marcha es el establecimiento de horarios de trabajo (y más si tienes hijas/os a tu cargo, o compartes el espacio de trabajo con otra persona que también tiene que teletrabajar).

Por último, siempre es bueno tener presente, a pesar de esta situación de obligado confinamiento, las ventajas que conlleva el Teletrabajo, como son: